No es solamente tener el sombrero o el bolso en una vitrina, es contar la historia, cómo se hace, de dónde viene, eso es un motivo enormemente de orgullo.
Mi nombre es Emmer Montalvo y soy de Tuchín, Córdoba en el norte de Colombia. Me dedico junto a mi papá, Marcial Montalvo, a la fabricación del sombrero vueltiao. Nos llena de orgullo que el sombrero vueltiao es hecho en Tuchín, un pueblo que está muy lejos, en un rinconcito de Colombia. Nos representa como artesanos y tuchineros ya que el sombrero es un símbolo nacional.
Para nosotros nuestra artesanía significa mucho, es la representación de todo un pueblo, de una región. A través de la artesanía nos hemos dado a conocer no solamente nosotros como personas, sino también como comunidad, como zenúes que somos, de dónde venimos y a través de eso contamos una historia, contamos un quehacer y nos hemos ido adaptando a otros procesos, a otro tipo de comercio, no nos quedamos donde estábamos anteriormente si no que hemos salido a dar a conocer el sombrero.
La población de Tuchín es descendiente de una etnia que desapareció hace miles de años, los zenúes. El sombrero nació por la necesidad del campesino de protegerse del sol cuando iban a los cultivos. Esta artesanía la empezamos a muy temprana edad, quizás desde los siete años, vimos a nuestros padres tejer, a nuestros primos, tíos, abuelos hacer el mismo oficio y no buscamos otra cosa que hacer si no aprender de lo que ellos hacían.
Supuestamente la caña flecha era silvestre hace años. La persona iba y lo recogía en el campo para hacer el sombrero,solamente era para uso personal, no tenía ese comercio que tiene hoy en día. La caña flecha se ha ido agotando por el cambio climático entonces nos ha tocado cultivarla. Tenemos tres clases de caña flecha: la martinera, la palma de seda y la criolla que es la nativa de aquí que es con la que hacemos el sombrero fino.
El 90% de la población de Tuchín vive del trabajo artesanal, porque aquí no hay otro quehacer. Solamente la agricultura y la artesanía, eso es lo que nos tiene con vida. Nosotros hemos dado a conocer el municipio yendo a ferias nacionales y ferias internacionales. Eso nos ha llenado de orgullo y ha dado a conocer nuestro trabajo, porque aquí en la familia se decía que se aprende desde temprana edad a tejer, a hacer la trenza y así la persona va aprendiendo el proceso.
Se trata de una cadena productiva desde la persona que siembra, quien la recolecta para luego hacer el raspado, la clasificación y llevarla al mercado para venderla. Después esa persona la compra, la raja, la lleva al tinturado, se demora por ahí aproximadamente una semana o dos semanas y luego viene el proceso del trenzado para el producto final. El sombrero vueltiao tiene tejidos parecidos, más no iguales. No van a encontrar dos piezas iguales nunca, esto es a mano. Después viene la costura del sombrero y la persona que va al mercado a venderlo. Esa persona lo compra para venderlo en otras ciudades y así sucesivamente. Es bueno porque es nuestro producto que se está dando a conocer a nivel nacional e internacional.
Esta artesanía es hecha totalmente a mano y eso nos llena de orgullo, algo que está representando no solamente a nuestra región si no a nuestro país, porque yo soy de Colombia y soy de esta región.
Es ir creando cosas por uno mismo y ver hasta dónde puedo llegar a representar a mi país a través de un producto que nadie conocía y que hoy en día todo el mundo quiere tener.
Tuchín es muy parrandera, muy dinámica pero todo eso se ha ido perdiendo mucho nuestra cultura, solamente nos queda el sombrero vueltiao que nos identifica como tuchinero. Sin embargo las cosas que han quedado hemos ido tratando de rescatalarlas y mantenerlas porque nos llena de orgullo lo que está quedando y lo que tenemos. El sombrero nos hace únicos, es nativo, único en la región de Sabana de Córdoba, no se produce en ninguna otra parte del mundo, eso es lo que nos identifica realmente.
Aquí el turista se quiere llevar el sombrero, el sombrero que nos
identifica. Estuvimos en Tuchín, estuvimos en Colombia y dentro de un avión todo el mundo se nos quedaba mirando. Eso para nosotros es bastante grandioso y nosotros queremos que la juventud, las nuevas generaciones no pierdan ese legado que nosotros hemos conseguido y estamos manteniendo.
Para mi CLA es mi familia.
Ser parte de CLA ha sido una experiencia inolvidable. Estar en una comunidad que nos ayude a dar a conocer el producto, o el sombrero o las artesanías que nosotros hacemos a través de la historia para nosotros va a ser motivo de orgullo. No solo para mi y para mi familia sino para la gente que está alrededor de nosotros porque es una cadena productiva.
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